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Entre mates y algoritmos: cómo nace un post

 


Entre mates y algoritmos: cómo nace un post

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El agua canta, la pava avisa y el primer sorbo despierta mejor que cualquier notificación. 🧉 En la mesa hay un cuaderno con dos palabras subrayadas y una pestaña del navegador que parece mirarte con cara de “¿y entonces?”. Así empieza casi siempre: con un mate y una idea cruda que todavía no sabe que va a convertirse en un post que la gente va a guardar, compartir y —con suerte— usar para cambiar algo.

Entra el algoritmo. No como villano, ni como salvador. Como compañero de ruta. Porque sí, Google tiene sus reglas y las redes su humor, pero no escriben solas. Lo que hace que un post funcione es esa mezcla rara de voz humana + estructura inteligente. Una especie de receta casera: intuición para elegir el tema, método para ordenarlo, y condimentos SEO para que no se pierda en el feed infinito.

Este artículo es el detrás de escena. Del primer renglón al “Publicar”. Te voy a mostrar cómo paso una chispa a un índice, de un índice a un borrador con hueso, y de ahí a un contenido que informa, emociona y vende sin olor a publicidad. Con mate en mano y sin vueltas: esto es exactamente lo que hago cuando nace un post.

La chispa inicial: de dónde salen realmente las ideas para un post

Un buen post nunca empieza frente a la pantalla en blanco. Empieza mucho antes. A veces en la fila del supermercado, cuando escuchás una frase que te resuena. A veces en la recepción de un hotel, entre check-ins y llamadas. Otras, mientras cebás un mate y te preguntás por qué la gente sigue creyendo que necesita “el momento perfecto” para arrancar algo. La chispa inicial puede aparecer en cualquier lado, y la clave no es adivinar cuándo llegará, sino estar listo para atraparla.

La mayoría de la gente piensa que las ideas nacen de la inspiración divina, de esa especie de “Eureka” repentino. La realidad es más terrenal: las ideas nacen de estar atentos. Lo que separa a quien publica un post poderoso de quien nunca arranca no es la suerte, sino el hábito de registrar. Una frase, un dato, una pregunta de un cliente, un error propio: todo eso es materia prima.

Fuentes reales de ideas (y cómo usarlas)

  • Conversaciones cotidianas: lo que escuchás en un café, en el trabajo o en tu casa. Cada duda o queja puede ser un título.
  • Preguntas frecuentes: lo que tus lectores, amigos o clientes te preguntan siempre. Si alguien lo preguntó una vez, miles lo buscan en Google.
  • Microexperiencias personales: desde una anécdota con tus gatos hasta la frustración de ver “0 clics” en Search Console. La autenticidad engancha.
  • Contenido de otros: no para copiar, sino para detectar huecos. ¿Qué no explicaron? ¿Qué podés simplificar? ¿Qué podés contar desde tu ángulo?
  • Datos y tendencias: usar Google Trends, foros o redes para ver qué está en la conversación y darle tu toque.

La magia ocurre cuando entendés que no hay temas “pequeños”. Un mate frío puede ser excusa para hablar de procrastinación. Una queja de un cliente puede abrir la puerta a un tutorial sobre productividad. El secreto está en encontrar lo universal en lo particular.

Cómo atrapar las chispas

Una idea fugaz dura segundos si no la registrás. Por eso necesitás un sistema simple que no falle. Puede ser un cuaderno, la app de notas del celular o un grupo de WhatsApp donde te escribís a vos mismo. Lo importante no es la herramienta, sino el hábito. Cada chispa anotada es un ladrillo menos que te falta cuando te sentás a escribir.

Ejemplo práctico: estás tomando un café y escuchás a alguien decir: “No me da la cabeza para aprender algo nuevo”. Esa frase se puede transformar en:

  • Título motivacional: “Tu cerebro no es el problema: 5 trucos para aprender más rápido”
  • Post práctico: “Cómo entrenar tu memoria en 10 minutos diarios”
  • Artículo reflexivo: “La mentira de ‘no tengo cabeza’: por qué sí podés reinventarte”

La chispa fue una frase casual, pero el resultado puede ser un post que ayude a miles.

Mini-ejercicio (3 pasos en 15 minutos)

  1. Anotá 5 frases que hayas escuchado esta semana (en tu trabajo, casa o redes).
  2. Transformá cada frase en una pregunta. Ej: “No tengo tiempo” → “¿Cómo encontrar tiempo para lo importante?”
  3. Convertí la pregunta en un título de post. Ej: “3 formas reales de encontrar tiempo aunque tu agenda esté explotada”.

Si hacés este ejercicio una vez por semana, en un mes vas a tener una lista de 20 posibles posts. Más que suficiente para mantener tu blog activo y alineado con lo que la gente realmente busca.

Idea clave: No esperes que la inspiración golpee tu puerta. Salí a cazarla. Cada conversación, cada experiencia y cada búsqueda puede ser el inicio de tu próximo post.

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Del papel al algoritmo: convertir una idea cruda en contenido estructurado

Un post no nace armado. Nace como un garabato en un papel, una nota de voz o una idea suelta en medio de la ducha. La diferencia entre que quede olvidado en un cajón y que se convierta en un artículo que genera clics, lecturas y ventas está en este paso: la estructuración. Es el momento en que pasás de la chispa inicial a un esqueleto claro que podés vestir con palabras, datos y emoción.

El proceso parece misterioso, pero en realidad se parece mucho a armar un mate: primero necesitás la yerba (la idea), después el agua justa (el contexto) y, finalmente, la bombilla (la estructura que permite que todo fluya). Si mezclás mal los pasos, se lava. Si los ordenás con criterio, sale un post que da gusto leer.

¿Por qué estructurar antes de escribir?

La mayoría se salta este paso y arranca escribiendo a lo loco. El resultado: textos desordenados, con repeticiones y sin un hilo que enganche. Cuando estructurás antes de escribir:

  • Ahorrás tiempo: sabés hacia dónde va el post y evitás reescribir 10 veces.
  • Mejorás el SEO: Google entiende mejor el contenido cuando hay secciones claras con H2 y H3.
  • Mantenés al lector: un índice bien armado funciona como GPS; evita que se pierda y se vaya.

Framework en 4 pasos: de idea a estructura

  1. 1. Capturá la idea central
    Escribí en una sola frase lo que querés transmitir. Ejemplo: “La acción imperfecta vale más que la perfección postergada”.
  2. 2. Convertí la idea en una promesa
    Preguntate: ¿qué va a llevarse el lector? Ejemplo: “Voy a mostrar cómo empezar un negocio digital sin esperar el momento perfecto”.
  3. 3. Trazá un índice preliminar
    Pensá en 5 a 10 bloques que cuenten la historia o resuelvan el problema paso a paso. Usá verbos de acción y claridad. Ejemplo:
    • Por qué nunca llega el momento perfecto
    • La trampa de la postergación
    • Ejemplos reales de acción imperfecta
    • Cómo aplicar la regla del 70%
    • Plan de 7 días para empezar hoy
  4. 4. Ajustá con mirada SEO
    Revisá si tu índice incluye palabras clave que la gente busca. No fuerces, pero integrá términos naturales como “cómo empezar”, “sin experiencia”, “guía práctica”.

Ejemplo real de transformación

Supongamos que tu chispa inicial es: “Vi en TikTok a alguien que gana dinero sin mostrar la cara”. Así se traduce en pasos:

  • Idea cruda: “Se puede ganar dinero sin mostrar la cara”.
  • Promesa: “Te voy a enseñar cómo crear un negocio digital sin rostro paso a paso”.
  • Índice SEO:
    1. Qué es un negocio digital sin rostro
    2. Ventajas y mitos que lo rodean
    3. Ejemplos reales de personas que ya lo hacen
    4. Herramientas gratis para empezar
    5. Cómo monetizar sin gastar un peso
    6. Caso práctico: mi experiencia con IA Oculta

Lo que empezó como una observación casual se convirtió en un post completo, atractivo y optimizado para búsquedas. Esa es la magia de estructurar.

Mini-ejercicio para aplicar ya

Tomá tu cuaderno o abrí la app de notas. Escribí 3 ideas sueltas que se te hayan ocurrido esta semana. Ahora, aplicá el framework:

  1. Resumilas en una sola frase (idea central).
  2. Convertí cada frase en una promesa para el lector.
  3. Esbozá un índice de 5 puntos para desarrollarla.
  4. Chequeá que al menos 2 puntos del índice tengan palabras clave que alguien buscaría en Google.

Con solo 15 minutos, podés pasar de 3 frases vagas a 3 borradores de posts listos para desarrollar. Y lo mejor: ya no tenés excusas para no publicar.

Tip final: No esperes a tener el post “perfecto” en tu cabeza. Un índice claro vale más que una idea olvidada. El algoritmo ama la estructura, pero el lector ama tu autenticidad. Combiná ambas y vas a ganar en los dos frentes.

📘 Recurso recomendado: IA Oculta – mi guía para crear productos digitales sin mostrar tu cara (ni gastar un centavo).

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El rol del mate (y las pausas) en la creatividad

El mate no es solo una bebida. Es un ritual de pausa, un paréntesis en medio del ruido. En Argentina, y en gran parte de Latinoamérica, cebar un mate no es solo hidratarse: es detenerse, conversar, respirar, pensar. Y justamente ahí está el punto: las pausas son la gasolina de la creatividad.

Vivimos en un mundo que aplaude la productividad constante. Horas frente a la pantalla, métricas que suben o bajan, notificaciones que no dan tregua. Pero la creatividad no funciona como una fábrica: no podés obligarla a producir a golpe de látigo. La creatividad necesita aire, necesita silencio… y a veces, necesita un mate en la mano.

La ciencia detrás de la pausa

Diversos estudios muestran que el cerebro tiene dos modos de funcionamiento: el modo enfocado (cuando estás concentrado en un problema específico) y el modo difuso (cuando dejas la mente vagar y aparecen conexiones inesperadas). Adiviná cuándo suele activarse ese modo difuso: cuando caminás, cuando te duchás… o cuando cebás un mate.

Es en esos momentos de pausa donde las neuronas dejan de empujar en una sola dirección y empiezan a buscar caminos alternativos. Por eso, muchas de las mejores ideas aparecen cuando no estás frente al teclado, sino mirando el vapor subir de la bombilla.

El mate como ritmo creativo

Un buen cebador sabe que el mate tiene ritmo: agua, espera, cebar, compartir. Esa cadencia funciona como metrónomo mental. Te obliga a cortar la velocidad del mundo digital y volver a un compás más humano. Cada mate es un recordatorio de que no sos una máquina: necesitás pausas para rendir mejor.

De hecho, integrar el mate a tu proceso de escritura puede funcionar como ritual de entrada y salida. Ejemplo:

  • 🧉 Mate 1: arrancás la jornada, definís el tema del día.
  • 🧉 Mate 3: revisás tu índice y ordenás ideas.
  • 🧉 Mate 5: pausa de respiración, chequeo de enfoque.
  • 🧉 Mate 7: cierre de sesión, revisión final antes de publicar.

No se trata de contar mates, sino de usar el ritual como señal: cada sorbo marca una fase de tu proceso creativo.

Las pausas que potencian, no que distraen

Ojo: no todas las pausas son iguales. Una cosa es levantarte a cebar un mate y dejar que tu mente respire. Otra muy distinta es perderte 40 minutos en scroll infinito. El mate, como ritual, tiene la ventaja de ser pausa consciente. Te corta del trabajo sin desconectarte del todo: te da un respiro, no una fuga.

Podés aprovechar esas pausas para revisar la idea central del post, leer en voz alta un párrafo, o simplemente mirar por la ventana y dejar que el cerebro haga conexiones invisibles. Esa mini desconexión hace que al volver seas más productivo que si hubieras intentado “forzar” la inspiración.

Ejercicio práctico: el mate-pausa creativa

  1. Definí una tarea concreta: escribir 200 palabras o armar el índice de tu post.
  2. Cebate un mate y poné un temporizador de 20 minutos. Trabajá enfocado solo en esa tarea.
  3. Cuando suene el temporizador, cebate otro mate y hacé una pausa de 5 minutos. Mirá por la ventana, estirá el cuerpo, anotá cualquier idea que surja.
  4. Volvé al trabajo con otro sprint de 20 minutos. Repetí el ciclo 3 veces.

Este método combina la lógica del Pomodoro con el ritual del mate. Al final de la sesión, vas a tener un borrador sólido y la sensación de que no trabajaste contra el tiempo, sino con él.

Reflexión: El mate es excusa y es herramienta. Es el recordatorio de que la creatividad no se impone: se cultiva. Y a veces, la mejor manera de avanzar no es apretar más fuerte el teclado, sino levantar la vista, dar un sorbo y dejar que la idea llegue sola.

🔥 Recurso recomendado: Hábitos del 1% – descubrí cómo pequeños rituales (como el mate) pueden transformar tu productividad y tu vida.

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Los algoritmos no escriben solos: guiar la IA sin perder la voz humana

La IA es poderosa, pero no es mágica. No va a levantarse sola, preparar un mate y decirte: “tranquilo Jon, hoy escribo yo el post”. Por más que a veces lo deseemos, los algoritmos no escriben solos. Lo que sí hacen —y muy bien— es multiplicar tu capacidad cuando sabés cómo guiarlos. Y ahí está la clave: no se trata de delegar la voz, sino de usar la IA como copiloto, no como piloto automático.

La mayoría comete dos errores opuestos: o se resisten a usarla (“eso no es auténtico”) o la usan para todo sin filtro (“copio y pego lo que salga”). El problema del primer grupo es que se pierden una herramienta que acelera procesos. El problema del segundo es que generan textos planos, sin alma, que huelen a “robot”. La solución está en el medio: guiar a la IA para que hable tu idioma.

Cómo guiar la IA sin perder tu voz

La IA responde a lo que le pedís. Si la alimentás con prompts genéricos, te devuelve resultados genéricos. Si la alimentás con tu estilo, tus ejemplos y tu tono, entonces empieza a sonar más como vos. Estos son tres pasos que aplico siempre:

  1. Definí tu tono y tus metáforas: yo uso mucho lo cotidiano (el mate, el hotel, los gatos). Eso le da “sabor humano” al texto. Si se lo aclaro a la IA, el resultado se acerca más a mi voz.
  2. Revisá y editá como un director de orquesta: la IA puede escribir 1000 palabras en minutos, pero vos tenés que afinar el ritmo, cortar lo redundante y sumar la emoción. Esa edición es lo que convierte un borrador en un post con alma.
  3. Sumá ejemplos reales: la IA no vivió tu vida, no sabe cómo fue tu primer cero clics en Search Console ni cómo Sol te alcanza un mate mientras escribís. Eso lo aportás vos, y es lo que diferencia tu blog de un artículo más en internet.

Ejemplo práctico: IA como copiloto

Supongamos que quiero escribir sobre “No esperes el momento perfecto”. Si dejo que la IA lo haga sola, probablemente genere algo como: “Debes tomar acción ahora mismo, la perfección no existe, bla bla”. Correcto, pero aburrido.

En cambio, si yo guío el proceso, le digo: “Escribí como si le hablaras a alguien en la mesa de un bar, usá metáforas de deporte o música, y agregá ejemplos cotidianos”. El resultado ya no es un texto frío, sino algo más cercano a lo que yo diría tomando un mate con un amigo.

La voz humana como diferenciador

En un mundo donde la IA produce miles de artículos por minuto, lo único que te hace destacar es tu perspectiva. Google puede indexar contenido, pero la gente comparte y guarda experiencias. Tu historia, tu error, tu triunfo, tu manera de explicar: eso no lo reemplaza ningún algoritmo.

Por eso, cada vez que uso IA, me hago esta pregunta: “¿Suena a mí o suena a manual de autoayuda barato?”. Si la respuesta es lo segundo, lo borro o lo reescribo. La IA es un amplificador, pero el micrófono sigue siendo tuyo.

Mini-ejercicio: probá tu voz

  1. Elegí una frase que dirías en una charla con amigos. Ejemplo: “El mate frío es como un negocio que nunca arrancaste”.
  2. Pedile a la IA que escriba un párrafo usando esa frase como metáfora.
  3. Editá ese párrafo para que suene más como vos. Sumale un detalle personal, un ejemplo real.
  4. Leelo en voz alta. ¿Suena a vos? Perfecto. ¿Suena a robot? Ajustá hasta que tenga tu sello.

Reflexión: La IA es como el agua del termo: está ahí para servir, pero el sabor lo da la yerba que vos elegís. Si no guiás, se lava. Si la conducís con intención, se transforma en un aliado que multiplica tu alcance sin robarte la voz.

👉 Recurso recomendado: Tu Primer Negocio con IA en 7 Días – mi guía práctica para usar IA de forma estratégica y empezar a generar ingresos digitales hoy.

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SEO sin humo: cómo Google y los lectores eligen a quién escuchar

Si buscás “SEO” en internet, vas a encontrar dos extremos: gurús que venden la fórmula mágica y detractores que dicen que ya no importa. La verdad está en el medio. El SEO importa, pero no es humo ni es magia. Es simplemente la manera de ordenar tu contenido para que Google lo entienda y, sobre todo, para que las personas lo disfruten.

Yo también caí en la trampa de mirar solo métricas: impresiones, CTR, palabras clave. ¿Y sabés qué descubrí? Que podés tener 10.000 impresiones en Search Console y cero clics. El SEO sin estrategia es como cebar mate sin bombilla: hay agua, hay yerba, pero nadie puede tomarlo.

Cómo Google elige a quién mostrar

Google no es un profesor que corrige con reglas arbitrarias. Funciona con un principio simple: ¿este contenido resuelve la intención de búsqueda?. Eso significa que no alcanza con meter palabras clave. Necesitás:

  • Títulos claros y atractivos: no solo “SEO tips”, sino “SEO sin humo: cómo escribir para Google y para humanos”.
  • Estructura lógica: H2 y H3 que guíen al lector como un mapa.
  • Contenido profundo: no 300 palabras apuradas, sino artículos que realmente respondan a la duda.
  • Autoridad: enlaces internos (a tus otros posts) y externos (a fuentes confiables).
  • Experiencia real: Google valora el EEAT (Experience, Expertise, Authoritativeness, Trust). Tus ejemplos de vida, tus métricas reales, tu voz auténtica son señales que un “post genérico” no puede dar.

Cómo los lectores eligen a quién creer

Los lectores no piensan en algoritmos: piensan en confianza. ¿Por qué alguien va a quedarse leyendo tu blog y no otro? Porque siente que detrás hay una persona de carne y hueso. Alguien que probó, falló, aprendió. En mi caso, contar que mis primeros dos meses tuve 0 clics genera más empatía que cualquier checklist de SEO.

Cuando un lector ve que le hablás directo, con humor, sin humo, te cree. Y cuando te cree, comparte. Y cuando comparte, Google lo nota. Es un círculo virtuoso: primero escribís para humanos, después el algoritmo se acomoda.

Checklist de SEO sin humo

Si querés una guía simple, acá tenés la que yo aplico en cada post:

  1. Elegí una palabra clave principal (ej: “ganar dinero desde casa”) y usala en el título, primer párrafo y algún H2.
  2. Agregá palabras relacionadas de manera natural (ej: “ingresos digitales”, “trabajo remoto”).
  3. Escribí +2000 palabras para cubrir el tema en profundidad (Google premia lo completo).
  4. Incluí enlaces internos a otros posts tuyos y enlaces externos a fuentes confiables.
  5. Optimizá imágenes con alt text descriptivo (ej: “mate en escritorio mientras escribo post SEO”).
  6. Agregá un CTA natural en la mitad y al final del post.
  7. Revisá Search Console cada semana para ver qué términos te traen tráfico y ajustá títulos o párrafos.

Ejemplo aplicado a este post

La palabra clave central es “cómo nace un post”. Alrededor, usamos variaciones como “SEO sin humo”, “ideas para escribir”, “crear contenido”. Esto hace que Google entienda de qué hablamos, pero que el lector no sienta que le metemos palabras forzadas.

Reflexión: El SEO no es un monstruo al que hay que temer ni un truco de magia negra. Es simplemente respeto al lector: organizar tu contenido para que llegue más fácil. Si lo hacés con autenticidad, Google se convierte en tu aliado, no en tu juez.

🚀 Recurso recomendado: El Método DAVIDS – mi sistema probado para escribir, posicionar y monetizar sin humo.

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El detrás de escena de un post “viral” (y por qué a veces no se ve en clics inmediatos)

Cuando escuchamos la palabra “viral” pensamos en miles de visitas de la noche a la mañana. Imaginamos un post que explota en redes, que llena la bandeja de notificaciones y que convierte a desconocidos en fans instantáneos. Pero la realidad detrás de un post viral suele ser mucho menos glamorosa. Muchas veces la viralidad empieza en silencio: con cero comentarios, con 10 visitas, con una línea en Search Console que sube apenas un milímetro.

Yo lo viví. Mis primeros dos meses en editorialdavids.com fueron así: impresiones sin clics. Los gráficos mostraban movimiento, pero las visitas reales no llegaban. ¿Significa que el post no funcionó? No. Significa que el proceso de hacerse visible es más lento de lo que nos venden. Un artículo puede estar bien escrito, optimizado y listo para despegar… pero necesita tiempo para que Google lo pruebe, lo muestre en distintos lugares y mida si la gente hace clic o no.

Por qué un post puede ser “viral” sin que lo notes al instante

  • Google prueba y mide: al principio tu post puede aparecer en posiciones bajas. Con cada interacción (o falta de ella), el algoritmo ajusta.
  • El boca a boca digital tarda: alguien lo lee hoy, lo guarda, lo comparte mañana, lo cita en un grupo la semana que viene.
  • Las redes son impredecibles: podés compartirlo en Instagram y no pasar nada… hasta que una persona lo reposteó en su historia y de repente llegan 500 visitas.
  • El SEO es acumulativo: cuanto más contenido relacionado publiques, más fuerza gana cada post. La viralidad muchas veces no viene de un artículo aislado, sino del ecosistema que vas creando.

Un post puede parecer invisible en el corto plazo, pero estar construyendo silenciosamente reputación y tráfico de largo plazo. El verdadero “viral” no siempre se ve en un día, sino en meses. El ejemplo clásico: un artículo que al inicio tuvo 20 visitas al mes y, seis meses después, trae 5000 visitas orgánicas mensuales sin que lo muevas.

El costo emocional de esperar clics

Acá entra la parte humana: abrir Search Console todos los días y ver “0 clics” puede ser frustrante. Lo sé porque lo viví. Es como cebar mate tras mate y que nadie lo agarre: parece inútil. Pero la diferencia está en la constancia. Cada post publicado es una semilla. Y ninguna semilla da fruto al día siguiente.

La viralidad que vale la pena —la que trae lectores fieles y no solo visitas curiosas— se construye con paciencia. Escribir, publicar, optimizar y seguir. El día que un post explota, no es casualidad: es resultado de todo lo que sembraste antes.

Ejercicio práctico: medí la viralidad real

  1. Elegí un post que publicaste hace al menos 2 meses.
  2. Entrá a Search Console y revisá su curva de impresiones y clics.
  3. Compará la evolución: ¿está subiendo lento pero constante? Eso ya es un tipo de viralidad silenciosa.
  4. Compartilo de nuevo en una red con un gancho distinto. Medí la diferencia en visitas.

Este ejercicio te muestra que la viralidad no es solo el pico de un día, sino la suma de microcrecimientos que parecen invisibles hasta que los mirás en perspectiva.

Reflexión: Un post viral no siempre se mide en trending topics. A veces es ese artículo que, sin que lo notes, se transforma en la puerta de entrada de miles de personas a tu mundo. Y lo mejor: esas visitas llegan mientras vos seguís escribiendo el próximo post, con el mate al lado.

📈 Recurso recomendado: Hábitos del 1% – la guía para mantener la constancia mientras sembrás posts que tarde o temprano explotan.

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De la primera oración al CTA: cómo diseñar un post que también venda

Un post puede emocionar, enseñar o entretener. Pero si no guía al lector hacia una acción, se queda a mitad de camino. El arte está en escribir contenido que fluya naturalmente hacia una invitación —un CTA (Call To Action)— sin que se sienta invasivo. Desde la primera oración hasta el cierre, todo tu post debería ser un viaje con destino claro.

La primera oración: el anzuelo emocional

El primer párrafo es donde el lector decide si se queda o se va. Por eso, no arranco con tecnicismos ni definiciones frías. Empiezo con una escena, una pregunta o una frase que conecte. Ejemplo:

“El agua canta, la pava avisa y el primer sorbo despierta mejor que cualquier notificación. Así empieza casi siempre: con un mate y una idea cruda.”

Eso no solo engancha: también prepara el terreno para que el lector se sienta acompañado. Desde ahí, la transición al contenido educativo o motivacional es fluida.

Del relato al valor práctico

Después del gancho, paso al cuerpo del post. Este tramo tiene que resolver una pregunta real. Ejemplo: si el título es “Cómo cambiar tu vida en 6 meses”, los primeros bloques deben dar pasos claros: hábitos, mentalidad, ejemplos. Si el lector siente que está recibiendo valor, va a estar abierto a tu recomendación final.

La clave: cada sección debería cerrar con una mini conclusión que invite a seguir. Esa es una forma de micro-CTA implícito: “seguí leyendo, que todavía falta lo más importante”.

El CTA intermedio: natural y contextual

Un error común es poner CTAs fríos en medio del post, como “comprá ahora”. Eso corta la experiencia. En cambio, lo que funciona es un CTA relacionado con lo que venías hablando. Ejemplo real de este mismo post:

👉 Recurso recomendado: El Método DAVIDS – la guía práctica para transformar ideas en proyectos digitales reales.

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Este CTA no se siente como un corte, porque está conectado con el tema: hablamos de pasar de idea a post, y el recurso ofrece profundizar en ese proceso.

El cierre: CTA fuerte y emocional

El final del post es tu lugar para un llamado claro y potente. Si al principio buscabas empatía y en el cuerpo enseñabas, en el cierre tenés que inspirar a la acción. Ejemplo:

“El mate se enfría, pero tus ideas no. No dejes que este sea otro artículo más que leíste y olvidaste. Tomá la decisión hoy: empezá a escribir, empezá a crear, empezá a construir tu libertad digital.”

Justo después de ese cierre emocional, ponés tu CTA principal: “Accedé ahora a…” o “Descargá hoy mismo…”. Así, la emoción se transforma en movimiento.

Mini-framework: de la primera frase al CTA final

  1. Gancho inicial: una imagen, una pregunta o una anécdota.
  2. Valor central: consejos prácticos, pasos o reflexiones.
  3. CTA intermedio: contextual, sin cortar la lectura.
  4. Cierre emocional: frase motivadora que resuma el viaje.
  5. CTA fuerte: invitación directa a libro/producto.

Este recorrido hace que el lector no sienta que lo querés vender, sino que lo estás invitando a avanzar. La venta se convierte en el paso lógico, no en un golpe inesperado.

Reflexión: Un CTA no es un grito de “¡comprame ya!”. Es un puente. Desde la primera oración hasta el cierre, todo tu post debería construir ese puente para que el lector lo cruce sin miedo.

🚀 Llevá tu escritura al siguiente nivel: Descargá Tu Primer Negocio con IA en 7 Días y aprendé a usar la IA para crear, publicar y monetizar tus posts sin perder tu voz.

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El mate compartido: la comunidad importa más que el algoritmo

Podés tener 10.000 impresiones en Google, 50.000 vistas en un reel y hasta un pico de visitas en Analytics. Pero si nadie vuelve, si nadie siente conexión, todo eso es humo. Un post puede atraer clics, pero solo una comunidad construye confianza. Y a la larga, la confianza vale más que cualquier ranking en el buscador.

En Argentina lo entendemos fácil: el mate no se toma solo, se comparte. Podés cebarlo perfecto, con la temperatura justa y la mejor yerba, pero si no hay alguien del otro lado, pierde sentido. Lo mismo pasa con el contenido. Un post aislado es un mate solitario; una comunidad es una ronda que no termina.

Por qué la comunidad gana siempre

  • Lealtad: un lector fiel vuelve aunque Google no te muestre primero.
  • Retroalimentación: la comunidad te da ideas, preguntas y feedback que se convierten en nuevos posts y productos.
  • Confianza: cuando alguien siente que lo conocés y lo entendés, confía en tu recomendación (un libro, un curso, un recurso).
  • Resiliencia: los algoritmos cambian, las comunidades permanecen.

Yo lo comprobé con mi canal de Telegram. Un clic puede durar 5 segundos, pero un mensaje directo de alguien que te cuenta cómo aplicó tu libro, eso dura años. Esa persona no llegó solo por el SEO: se quedó porque encontró cercanía.

Cómo pasar de lectores a comunidad

Construir comunidad no es juntar números, es generar pertenencia. Acá algunos pasos que aplico en mi día a día:

  1. Invitá al lector a un espacio íntimo: puede ser un canal de Telegram, un newsletter o un grupo cerrado. Que sienta que hay algo más allá del post.
  2. Respondé como humano: no uses mensajes enlatados, hablales como hablarías en una ronda de mates.
  3. Compartí valor extra: PDF gratuitos, ejercicios, tips rápidos. Algo que diga “me importás más allá de un clic”.
  4. Dale voz a tu comunidad: preguntales qué quieren leer, qué problemas tienen. Convertí esas respuestas en contenido.

Ejemplo real: cuando lancé IA Oculta, no fue un anuncio frío. Lo compartí primero en mi comunidad, con contexto, con historias, con transparencia. El resultado: afiliados motivados, lectores que recomendaron, ventas que no dependieron solo de Google.

El algoritmo como puente, no como dueño

No hay que demonizar al algoritmo. Google y las redes son puertas de entrada. Pero no pueden ser tu casa. Si toda tu estrategia depende de ellos, sos rehén. En cambio, cuando usás el algoritmo para atraer y después lo transformás en comunidad, ya no importa si mañana cambian las reglas: tu gente sigue estando ahí.

Ejercicio práctico: tu primer mate compartido

  1. Elegí un post de tu blog que más comentarios o interacciones generó.
  2. Al final, agregá un CTA simple: “Si este tema te interesa, sumate a mi comunidad en…”
  3. Ofrecé algo pequeño pero valioso al entrar: un PDF, un tip diario, un espacio de charla directa.
  4. Medí no solo cuántos se suman, sino cuántos vuelven a interactuar. Eso es comunidad real.

Reflexión: El algoritmo te da visibilidad, pero la comunidad te da raíz. Como el mate, el contenido se disfruta más cuando se comparte. Una visita es estadística, una comunidad es historia compartida.

🌱 Recurso recomendado: Unite a la comunidad de Editorial Davids en Telegram y recibí recursos, ideas y lanzamientos antes que nadie.

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Errores típicos al crear un post (y cómo no caer en ellos)

Escribir posts no es como cebar un mate perfecto a la primera. La mayoría de nosotros arrancamos quemando la yerba, olvidando el agua o sirviendo algo intomable. Y está bien: los errores son parte del proceso. Lo importante es reconocerlos y aprender a evitarlos. Yo mismo me equivoqué más de una vez, y gracias a eso hoy puedo contarte qué no hacer (y cómo corregirlo).

1. Publicar y esperar resultados mágicos

Mi primer gran error fue pensar: “Ya está, publiqué. Ahora Google me va a traer visitas”. Spoiler: no pasó. Vi impresiones en Search Console, pero los clics nunca llegaban. Y la frustración crecía.

Cómo evitarlo: entendé que publicar es apenas el comienzo. Hay que compartir en redes, mandar a la lista de correo, enlazar desde otros artículos. El SEO es maratón, no pique de 100 metros.

2. Escribir sin estructura

Otro clásico: sentarme frente al teclado y largar palabras sin un plan. Resultado: un texto largo, desordenado, que ni yo quería releer. Un desastre.

Cómo evitarlo: armá un índice antes de escribir. Aunque sean 5 puntos, eso te da brújula y mantiene al lector enganchado.

3. Pensar solo en Google (y olvidarte de la gente)

Hubo un tiempo en que me obsesioné con “meter keywords”. El resultado fue un Frankenstein de frases que nadie en su sano juicio diría en voz alta. Sí, Google lo entendía, pero los lectores lo odiaban.

Cómo evitarlo: escribí como hablás. Pensá en alguien real del otro lado. Después sí, optimizá con palabras clave, pero que fluyan de manera natural.

4. Subestimar la importancia de los títulos

Publiqué artículos buenísimos (al menos para mí 😅) con títulos aburridos. Y adiviná qué: nadie entró. El título es la puerta; si no invita, nadie cruza.

Cómo evitarlo: trabajá títulos que sean claros, atractivos y usen palabras que la gente busca. Ejemplo: en lugar de “Consejos de SEO”, mejor “SEO sin humo: cómo Google y los lectores eligen a quién escuchar”.

5. No tener un CTA definido

Al principio escribía posts que terminaban en la nada. El lector llegaba al final y… silencio. Sin invitación, sin link, sin nada. Perdí oportunidades de conectar y vender.

Cómo evitarlo: siempre pensá: ¿qué quiero que haga el lector al terminar? Puede ser descargar un PDF, sumarse a un canal, comprar un libro. El CTA es el mate final que deja el buen sabor.

6. Abandonar demasiado pronto

Confieso: tuve momentos de querer dejar todo porque no veía resultados. Pero después entendí que los resultados tardan. Muchos posts necesitan meses para despegar.

Cómo evitarlo: mantené la constancia. Publicá, ajustá, compartí. El que resiste, gana. Así de simple.

Mini-ejercicio: auditá tu último post

  1. Leé tu título: ¿es atractivo y claro?
  2. Revisá la estructura: ¿tiene H2 y H3 que guían?
  3. Buscá el CTA: ¿existe? ¿está claro?
  4. Preguntate: ¿escribirías esto igual en una charla con un amigo?

Si marcaste “no” en alguno, ahí tenés un punto para mejorar. Mejorar un 10% cada post vale más que esperar al “post perfecto” que nunca llega.

Reflexión: Equivocarse no es un problema. El problema es quedarse en el error. Cada post que escribís es un mate más en la ronda: quizás el primero se lava, pero con práctica, cada vez salen mejores. Y lo mejor: tu lector lo siente.

🔥 Recurso recomendado: Después de los 45 – un libro para reinventarte y seguir adelante aunque hayas cometido mil errores antes.

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El algoritmo como excusa: lo que de verdad importa al escribir online

“No me va bien porque el algoritmo no me muestra.” Seguro lo escuchaste mil veces. Y sí, los algoritmos de Google, Instagram o TikTok tienen sus caprichos. Pero ojo: el algoritmo muchas veces se convierte en la excusa perfecta para no hacer lo que de verdad importa. Es más fácil culpar a una fórmula invisible que asumir la responsabilidad de crear, mejorar y persistir.

Yo también me agarré de esa excusa. Recuerdo mirar Search Console y pensar: “Seguro Google me esconde”. La verdad era otra: mis títulos eran flojos, mis posts cortos, mis CTAs inexistentes. El algoritmo no era el problema: era mi falta de estrategia. Cuando cambié eso, los clics empezaron a llegar.

El algoritmo no te odia (ni te ama)

El algoritmo no es una persona con preferencias. No se despierta un día pensando: “Hoy no voy a mostrar a Jonathan”. Es un sistema que mide señales: calidad, relevancia, interacción. Si tu contenido responde a lo que la gente busca, eventualmente el algoritmo lo va a notar.

La verdadera pregunta no es “¿me quiere el algoritmo?”, sino: “¿estoy creando contenido que mi audiencia quiere, necesita y valora?”. Porque al final del día, el algoritmo se alimenta de eso: de lo que la gente lee, guarda, comparte.

Lo que sí importa de verdad

  • Constancia: publicar aunque no veas resultados inmediatos. Cada post es una ficha en la mesa.
  • Profundidad: dar más de lo superficial. El lector se queda cuando siente que le das algo real.
  • Autenticidad: nadie puede copiar tu tono, tu historia, tu forma de explicar. Eso es irreemplazable.
  • Conexión: si tu lector siente que le hablás directo, va a volver. Y ese regreso vale más que 1000 visitas de rebote.

El algoritmo puede amplificar, pero no crea fidelidad. Eso lo hacés vos con cada post, con cada mail, con cada interacción en tu comunidad.

Mini-ejercicio: cambiá la pregunta

  1. Escribí en un papel: “El algoritmo no me muestra porque…”.
  2. Tachá “el algoritmo” y reemplazalo por “mi contenido”.
  3. Leelo en voz alta. Ejemplo: “Mi contenido no me muestra porque no tiene títulos atractivos”.
  4. Convertí esa frase en acción concreta. Ejemplo: “Voy a reescribir mis títulos esta semana”.

Ese cambio de mentalidad parece duro, pero es liberador. Porque cuando dejás de culpar al algoritmo, volvés a tener control. Y ese control es lo que te permite mejorar.

Reflexión: El algoritmo no es tu enemigo ni tu salvador. Es un espejo. Te muestra exactamente lo que sembrás. Si sembrás constancia, autenticidad y valor, tarde o temprano vas a ver los frutos. Y si no, el problema no es el algoritmo: es la semilla.

🚀 Recurso recomendado: El Método DAVIDS – aprendé cómo dejar de culpar al algoritmo y empezar a construir un sistema real de contenido, tráfico y ventas.

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Cierre: brindis con mate — escribir posts que trascienden clics y feeds

Llegamos al final de este recorrido. Empezamos con una chispa, seguimos con la estructura, pasamos por mates, algoritmos y errores, y terminamos acá: en la reflexión que queda después de publicar. Porque, al fin y al cabo, escribir un post no se trata solo de SEO ni de viralidad. Se trata de dejar algo en el otro. Y eso, cuando pasa, vale más que cualquier gráfico en Analytics.

El mate, en nuestra cultura, nunca es solo una bebida. Es excusa para encontrarnos, para hablar, para compartir silencios. Lo mismo debería ser tu post: un espacio de encuentro entre vos y tu lector. No importa si llegan 10 personas o 10.000: lo que importa es si, después de leer, alguien se llevó una idea, una pregunta o un empujón para actuar.

Más allá de los clics

Los clics son métricas, y sirven. Pero no cuentan toda la historia. Nadie mide en Search Console cuántas veces alguien sonrió con una metáfora tuya, o cuántos se sintieron acompañados en un momento de duda. Nadie mide en Google Analytics la lágrima que soltó un lector al sentirse comprendido. Eso es lo que trasciende: la conexión.

Por eso, cuando cierro un post, no pienso en “ojalá Google me posicione”. Pienso en que, tal vez, alguien en otra ciudad está leyendo con su mate al lado y sintiendo que no está solo. Eso es más poderoso que cualquier algoritmo.

El brindis final

Escribir online es como cebar mates en ronda. A veces alguien agradece, a veces alguien se va, a veces alguien pide otro más. Pero lo importante es que la ronda nunca se corta. Cada post es un nuevo mate que pasa de mano en mano, y vos decidís qué sabor deja.

Por eso hoy quiero cerrar con un brindis simbólico: que escribas posts que no solo aparezcan en feeds, sino que se queden en corazones. Que tu próximo artículo no busque solo impresiones, sino transformación. Que tu voz no sea eco, sino semilla.

Reflexión final: Los algoritmos cambian, las tendencias pasan, las redes mueren y renacen. Pero la palabra escrita, auténtica y honesta, siempre trasciende. Brindo por eso. 🧉

Tu próximo paso

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Preguntas frecuentes

1) ¿Cuánto tarda en posicionar un post nuevo?

Depende del nicho, competencia y autoridad del sitio. En general, entre 4 y 12 semanas para ver señales claras en Search Console. Lo clave: constancia, enlaces internos y mejorar el CTR con títulos/metas mejores.

2) ¿Qué es más importante: escribir largo o escribir útil?

Útil primero, largo después. La profundidad ayuda al SEO, pero solo si responde la intención de búsqueda. Un artículo de 2.500 palabras que resuelve dudas gana al de 500 palabras “de relleno”.

3) ¿Cómo uso la IA sin perder mi voz?

Usala como copiloto: definí tu tono, estructura y ejemplos reales. La IA acelera, vos dirigís. Editá siempre para que suene humano, cercano y fiel a tu estilo.

4) ¿Qué hago si tengo impresiones pero pocos clics?

Revisá títulos y metadescripciones (promesa clara + curiosidad), agrega FAQ y mejora el primer párrafo. También probá variar el ángulo cuando lo compartas en redes.

5) ¿Cada post debe vender algo?

No siempre, pero sí debe invitar a una acción: suscribirse, unirse a la comunidad, descargar un recurso o leer otro post. La venta fluye mejor cuando el contenido ya generó confianza.

6) ¿Cómo mido si mi post “funciona” de verdad?

Mirá más que clics: tiempo en página, scroll, guardados/compartidos, respuestas a tu CTA y cuántos lectores vuelven. La comunidad fiel vale más que un pico de tráfico frío.

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