“Lo que nadie te dice sobre la motivación: no siempre vas a tener ganas (y está bien)”
Hoy no tenía ganas de escribir esto.
Y no es una metáfora para llamar tu atención. Realmente, no tenía ganas.
No me levanté con energía, no tuve una “mañana productiva”, no sentí que las palabras fluyeran ni que el universo conspirara a mi favor. Pero acá estoy. Escribiendo. Porque si algo aprendí en este camino, es que la motivación es una visitante, no una residente. Y que si te sentás a esperar que aparezca... lo más probable es que no llegue nunca.
Nos vendieron una idea muy peligrosa: que necesitamos sentirnos inspirados todo el tiempo para movernos. Que si no estás motivado, no estás listo. Que si no te levantás con ganas de comerte el mundo, algo está mal con vos.
Pero ¿y si no es así?
¿Qué pasa si la verdadera fuerza no está en estar motivado, sino en avanzar igual sin estarlo?
Este post es una respuesta honesta a esa pregunta. No vengo a darte frases vacías ni a mostrarte una foto perfecta con un café al lado del teclado. Vengo a hablarte de la vida real. De los días grises. De esas mañanas en las que solo querés taparte otra vez. De cuando tenés proyectos, ideas, sueños… pero no tenés ganas.
Y está bien. Porque no tener ganas no te hace débil. Te hace humano.
En los próximos párrafos vamos a desarmar la mentira de la motivación eterna, vamos a entender qué pasa en tu cabeza cuando se te va la energía, y sobre todo, vamos a construir un sistema que funcione incluso cuando vos no estás al 100%.
No es magia. Es método.
Si alguna vez te sentiste culpable por no estar motivado, este post es para vos. Y si hoy mismo estás a punto de rendirte, quedate. Porque a veces, una palabra honesta puede cambiar el rumbo de un día. Y eso puede cambiar todo.
La mentira de la motivación eterna
Vivimos en la era de la motivación en cápsulas: reels de 30 segundos que te dicen que podés, frases en tipografías bonitas, videos de gente corriendo a las 5 de la mañana, y gurús que aseguran que si no estás motivado, es porque no querés lo suficiente.
Mentira.
La motivación no es una llama eterna. No es una fuente inagotable de energía. Es un impulso, a veces fuerte, a veces débil, y muchas veces inexistente. Y está bien. No viniste con una batería infinita de inspiración incorporada. Nadie la tiene. Ni siquiera los que te dicen que sí.
El problema es que nos educaron emocionalmente con historias distorsionadas:
Nos muestran al emprendedor que “la rompió” pero no sus días de duda.
Nos muestran al atleta en el podio, pero no su rodilla rota.
Nos muestran al escritor bestseller, pero no sus mil hojas en la basura.
Y entonces, vos sentís que hay algo mal con vos. Porque no tenés ganas de hacer, de crear, de entrenar, de estudiar, de producir contenido, de “salir adelante”.
Y la verdad es que no hay nada mal con vos.
Hay algo mal con el mensaje que te dieron.
Nadie se siente motivado todo el tiempo. Ni siquiera la gente que admirás.
La diferencia es que ellos no dependen de la motivación. Tienen algo más fuerte: sistema, enfoque y convicción.
📉 El efecto nocivo de la adicción a la motivación
Cuando creés que tenés que sentirte bien para actuar, te volvés adicto a ese sentimiento. Y si no lo sentís, te paralizás. Empezás a buscar videos, frases, podcasts, libros… todo menos actuar.
La motivación se convierte en una excusa sofisticada.
“No estoy inspirado hoy.”
“Necesito encontrar mi por qué antes de empezar.”
“Cuando tenga ganas, lo hago.”
El resultado: pasan semanas sin avanzar. Y eso te frustra más. Porque sabés lo que querés, pero no te movés. Y empezás a cuestionarte:
“¿Será que no soy capaz? ¿Será que no nací para esto?”
No. No es eso. Es que esperás algo que no es real.
🛑 Rompamos el mito
La motivación no es la causa del progreso. Es, a veces, la consecuencia.
Primero actuás.
Primero hacés.
Primero escribís, entrenás, grabás, abrís la compu, decís que sí al cliente, subís el producto.
Y entonces, después, sentís ese impulso.
Te lo pongo así:
Esperar a estar motivado para actuar es como esperar a tener sed para tomar agua en el desierto.
🎯 Lo que sí funciona
Lo que te va a sostener no es el hype de un video de TikTok.
Es tener un sistema que funcione cuando vos no tenés ganas.
Es aprender a confiar más en tu decisión que en tu emoción.
Es entender que la constancia gana, incluso con 0 ganas.
Así que, si estás buscando motivación para empezar algo…
Mi consejo es que empieces igual. Porque el momento ideal no existe, y la motivación no siempre avisa.
Y cuando te veas avanzando, aunque sea de a poco… vas a descubrir algo mejor que estar motivado: vas a estar en movimiento.
No tener ganas no significa que estés roto
Hay días en los que no te levantás con ganas.
No tenés energía. No tenés foco.
Te cuesta incluso hacer cosas básicas: contestar un mensaje, ducharte, abrir ese archivo, terminar ese curso, leer ese libro que supuestamente te iba a cambiar la vida.
Y en esos días, es fácil caer en la trampa de pensar:
“¿Qué me pasa?”
“¿Por qué no puedo ser constante como los demás?”
“¿Estoy roto?”
No. No estás roto. Estás cansado. Estás humano.
🧠 La trampa de la comparación silenciosa
Hoy, sin buscarlo, te comparás todo el tiempo. Ves a personas que parecen tenerlo todo bajo control. Publican todos los días, entrenan a las 6 am, emprenden, leen 10 libros por mes, y encima tienen abdominales marcados.
Pero eso que ves es solo el resultado. Nunca el proceso.
No sabés cuántas veces se sintieron igual que vos.
No sabés si se están forzando.
No sabés si están escapando de su propia ansiedad disfrazada de hiperproductividad.
Creés que estás fallando porque no te comparás con personas reales, sino con versiones editadas. Y eso te rompe por dentro.
⚙️ Lo que pasa en tu cerebro
No tener ganas tiene muchas razones. Algunas son biológicas, otras emocionales. Acá algunas causas frecuentes que nadie te cuenta:
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Saturación mental: cuando vivís con la mente sobrecargada, tu cuerpo te frena.
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Ausencia de recompensa: si no ves resultados, tu sistema dopaminérgico se apaga.
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Rutinas agotadoras: dormir mal, comer mal, no moverte. Todo eso impacta.
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Falta de claridad: si no sabés para qué hacés algo, tu cerebro no quiere hacerlo.
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Presión social excesiva: cuando todo el tiempo sentís que tenés que “cumplir”, tu mente se resiste como forma de autoprotección.
¿Conclusión?
No tener ganas es un síntoma, no una falla. Y a veces, es incluso un mensaje de que tenés que bajar el ritmo, reenfocar, o cambiar el camino.
💪 Ser fuerte no es siempre estar motivado
Te voy a contar algo que quizás no escuchaste nunca:
Las personas más fuertes que conocí no eran las más motivadas, sino las más constantes cuando estaban destruidas.
Mamá soltera que sigue criando a sus hijos sola, aún cuando nadie la ve.
Estudiante que trabaja de noche y aún así estudia con sueño.
Hombre que perdió todo y sigue levantándose a las 6 para reconstruir.
Persona con ansiedad que cada día pelea con su mente, pero igual sale de la cama.
Esas personas no están motivadas. Están comprometidas.
Con su paz. Con su futuro. Con su dignidad. Con sus sueños.
Y eso es mucho más fuerte que cualquier frase de Instagram.
💡 Si hoy no tenés ganas, hacé esto
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No te castigues.
Lo que necesitás no es culpa, sino contención. -
Reducí al mínimo.
No podés con 10 tareas, hacé 1. No podés con 1 hora, hacé 5 minutos. El truco es no cortar el hilo. -
Escribí cómo te sentís.
A mano. Sin filtro. Liberar eso descomprime tu mente. -
Elegí una sola cosa que sí podés controlar.
Y hacela. Aunque sea imperfecta. -
Recordá: esto también va a pasar.
No es permanente. No te defines por un día o una semana gris.
✨ No estás roto. Estás en proceso.
Es muy fácil creer que estás mal hecho cuando no sentís lo que el mundo espera de vos. Pero el progreso real no es lineal. Es caótico. Irregular. Lento. Confuso. Y eso no lo hace menos valioso.
El 1% que avanza en un mal día… vale más que el 100% que nunca empieza.
Así que si hoy no tenés ganas, y aún así estás leyendo esto:
Felicitaciones. Eso ya es parte del proceso.
El secreto está en el sistema, no en el impulso
Te voy a decir algo que cambió mi forma de trabajar, escribir, entrenar y vivir:
La gente exitosa no lo es porque siempre tenga ganas. Lo es porque tiene un sistema.
Y eso es liberador. Porque significa que no necesitás estar inspirado todos los días para avanzar. Necesitás un mecanismo que funcione incluso cuando vos no funcionás del todo.
⚙️ ¿Qué es un sistema?
Un sistema es un conjunto de acciones y reglas simples que ejecutás casi en automático. Es lo que te protege cuando tu motivación se esconde. Es la estructura invisible que sostiene tus resultados.
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No se trata de fuerza de voluntad.
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No se trata de tener más energía que los demás.
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Se trata de tener rituales, entornos y recordatorios que te empujan a avanzar.
Y sí, quizás no es sexy. No se ve bien en Instagram.
Pero es lo que hace que las cosas pasen.
📚 James Clear lo dijo claro
En su libro Hábitos Atómicos, James Clear escribió una frase que deberíamos enmarcar:
“No te elevás al nivel de tus metas. Caés al nivel de tus sistemas.”
Querés tener una vida con más ingresos, más salud, más orden mental, más foco… pero ¿cuál es el sistema que te lleva ahí?
Porque si solo dependés de estar con “ganas” para actuar, vas a perder 8 de cada 10 días.
🛠 Ejemplo real: escribir sin ganas
Yo no escribo todos los días porque estoy inspirado.
Escribo porque tengo un horario, una app abierta por defecto, y una regla: aunque sea una línea por día.
Ese es mi sistema.
¿Funciona siempre? No.
¿Me salva en los días grises? Sí.
Y cuando no puedo hacer 10 páginas, al menos no pierdo el hábito. Eso es lo importante.
📌 Cómo crear tu sistema en 3 pasos
1. Elegí una acción mínima.
Que no dependa de la motivación.
Ejemplo: “Escribir 3 líneas”, “5 flexiones”, “Leer 1 página”, “Publicar 1 historia”.
2. Vinculalo a un disparador.
Algo que ya hacés. Por ejemplo:
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Después de lavarme los dientes = leo una página.
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Antes de dormir = escribo 3 líneas.
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Después del mate = abro la laptop y escribo.
3. Repetilo todos los días, sin evaluar el resultado.
No lo analices. No te preguntes si fue bueno o suficiente. Solo cumplí.
🧱 Microacción > Motivación
Uno de los mayores secretos de la gente que avanza es este:
No hacen lo grande cuando tienen ganas. Hacen lo pequeño todos los días.
Esa acumulación de pequeños gestos, sostenida en el tiempo, crea una vida poderosa.
No necesitás levantarte todos los días a las 5 am.
Pero sí necesitás tener claro qué hacés cuando no tenés ganas.
Eso te separa del 99%.
📥
Si esta parte te resonó, dejame recomendarte algo:
👉 En el libro Hábitos del 1% te muestro cómo construir un sistema personal sin depender del impulso emocional.
Es un libro para los que están hartos de empezar y abandonar.
Para los que se prometieron cambiar, y no saben por dónde empezar.
Y especialmente, para los que se cansaron de motivarse… y quieren resultados reales.
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Lo que sí funciona – microacciones, entornos, propósito
Si ya entendiste que la motivación no alcanza, entonces lo que sigue es importante.
Hay tres pilares que te van a mantener en movimiento incluso en tus peores días. No son mágicos, pero sí efectivos. Si los usás bien, no necesitás sentirte genial para avanzar. Solo necesitás aplicarlos.
1. Microacciones diarias: la ley del mínimo esfuerzo sostenible
Una microacción es una tarea tan pequeña que no podés decirle que no.
Y eso es lo que la vuelve poderosa.
No le tenés miedo a leer un libro entero. Le tenés miedo a empezarlo.
No odiás entrenar. Odiás cambiarte y salir.
No te falta disciplina. Te falta una puerta de entrada simple.
“5 minutos al día no parecen mucho… hasta que lo hacés todos los días.”
Ejemplos de microacciones:
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Escribir 3 líneas aunque sea basura.
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Hacer 1 flexión de brazos al despertarte.
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Abrir un documento 1 vez al día.
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Grabar un video de prueba sin subirlo.
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Leer 1 página cada noche.
No lo hacés por el resultado inmediato. Lo hacés para entrenar tu identidad:
“Yo soy alguien que lo hace igual, aunque no tenga ganas.”
Esa repetición, con el tiempo, vale más que cualquier motivación explosiva.
2. Entorno ganador: diseñá el contexto, no solo tu agenda
Subestimamos lo que nos rodea.
Tu entorno te impulsa o te detiene. Y muchas veces no es tu culpa que no avances: es el ruido, el caos, las notificaciones, las personas que no creen en vos, la silla incómoda, el celular cerca.
Un entorno ganador es un sistema de facilitación. Te hace más fácil lo que querés hacer, y más difícil lo que querés evitar.
¿Cómo? Con pequeñas decisiones:
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Dejá abierto el archivo que necesitás usar mañana.
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Tené tu libro en la mesa de luz, no en una caja.
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Borrá apps que sabés que te chupan tiempo.
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Rodeate (aunque sea virtualmente) de gente que avanza, no que se queja.
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Hacete una playlist de enfoque.
No confíes en tu fuerza de voluntad. Diseñá un entorno donde sea difícil fallar.
La disciplina no vive en tu cabeza. Vive en tu contexto.
3. Propósito claro: el para qué más fuerte que el no tengo ganas
Cuando tenés claro por qué hacés lo que hacés, no necesitás motivación.
Tenés una dirección.
El problema no es que no tengas ganas. Es que te olvidaste para qué empezaste.
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¿Querés escribir para dejar un legado?
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¿Querés emprender para darle una vida mejor a tu familia?
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¿Querés estudiar porque querés libertad?
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¿Querés cambiar tu físico porque estás cansado de no reconocerte?
Escribí tu propósito en una nota. Leelo todos los días. Volvé a él cada vez que tu mente diga: “¿Para qué?”
El propósito te recuerda que seguir vale la pena, incluso cuando no se siente bien.
La motivación viene del significado. No del humor del día.
⚖️ Microacción + Entorno + Propósito = Acción sostenida
Cuando combinás estos 3 elementos, ya no dependés de las ganas.
Tenés un sistema externo (entorno), un paso simple (microacción) y una brújula interna (propósito).
Eso es lo que hace el 1%.
Eso es lo que convierte personas comunes en resultados extraordinarios.
🧠 Casos reales: motivación no, sistema sí
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Kobe Bryant entrenaba a las 4am incluso lesionado. No era motivación. Era decisión.
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Stephen King escribe todos los días, incluso en vacaciones. Porque es parte de su rutina, no de su inspiración.
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Oprah medita todos los días. No porque siempre quiera, sino porque sabe lo que pasa si no lo hace.
Vos no necesitás ser famoso.
Necesitás un sistema como el de ellos, adaptado a tu vida.
Cierre motivador
No siempre vas a tener ganas.
Y eso no te hace débil, ni vago, ni mediocre.
Te hace humano.
Porque en esta vida no se trata de estar motivado todo el tiempo. Se trata de seguir, aunque sea de a poco. Aunque duela. Aunque no veas resultados inmediatos.
Se trata de no abandonar la versión de vos que querés construir.
🎯 Hoy te quiero dejar este mensaje:
No te castigues por no estar al 100%.
No te compares con los que parecen tenerlo todo claro.
No renuncies solo porque estás cansado.
Hacelo igual. Aunque sea lento. Aunque sea mal. Aunque sea en silencio.
Porque en el fondo lo sabés: cada pequeño paso que diste en días difíciles te formó mucho más que todos los logros en tus días fáciles.
Los días sin ganas también cuentan.
Las batallas internas también son progreso.
Tu constancia silenciosa es más valiosa que la motivación ajena.
💬 Ahora quiero saber de vos:
¿Estás pasando por una etapa donde te cuesta avanzar?
¿Te sentís culpable por no tener ganas?
¿O lograste construir un sistema que te sostiene?
Dejame tu experiencia en los comentarios. Aunque sea una línea.
Te leo. Y estoy seguro de que alguien más se va a sentir acompañado al leerte también.
No subestimes el poder de contar lo que te pasa.
📘 Y si querés ir un paso más allá...
Si todo este post te resonó, quiero recomendarte un libro que no escribí desde la motivación, sino desde la experiencia real de días en los que nada funcionaba… pero igual seguí.
➡️ Hábitos del 1% no es un libro para motivarte por un rato.
Es un mapa para avanzar cuando no tenés fuerzas, ni ganas, ni validación externa.
Ahí vas a aprender cómo crear tu propio sistema, sostener microacciones, construir identidad fuerte y dejar de depender del impulso para hacer lo que sabés que tenés que hacer.
🎯 Si querés dejar de motivarte y empezar a transformarte, leelo.
Y recordá esto, grabátelo si hace falta:
No estás quedándote atrás. Estás entrenando en silencio.
Nos vemos en el próximo post. Pero hoy… comentá. Escribí. Compartí.
Aunque no tengas ganas.
Porque eso, eso es lo que hace la diferencia.
Contá tu historia. Podés inspirar más de lo que creés
Hay algo que el algoritmo no puede medir: el impacto que tiene una historia real.
Una frase tuya, un comentario honesto, una anécdota sincera… puede cambiarle el día (o la vida) a alguien que está leyendo esto y siente que no puede más.
Porque todos tenemos días oscuros.
Todos tuvimos que empujar el cuerpo sin ganas, sin energía, sin certezas.
Y aún así… lo hicimos.
Eso, aunque no salga en TikTok, también es valentía.
Eso, aunque no lo griten los influencers, también es éxito.
🎤 Quiero leerte. De verdad.
Te invito a dejar en los comentarios una historia tuya.
No tiene que ser épica. No tiene que estar bien escrita.
Solo tiene que ser verdadera.
📌 ¿Qué hiciste un día que no tenías fuerzas?
📌 ¿Qué acción lograste sostener sin ganas, pero con compromiso?
📌 ¿Qué cosa pequeña hiciste en silencio que hoy agradecés no haber abandonado?
Podés inspirar a alguien que necesita esa palabra hoy.
Podés recordarte a vos mismo lo fuerte que sos, incluso cuando no lo sentís.
💬 Comentá. Conectá. Compartí.
No dejes pasar este momento.
Tu historia también merece ser contada.
Y quizás alguien la lea justo cuando estaba por rendirse… y no lo haga.
Ese es el verdadero poder del compartir.
Gracias por llegar hasta acá.
Gracias por seguir, incluso cuando no tenés ganas.
Gracias por existir.
Nos leemos en los comentarios.
💙
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